¿Halloween si, Halloween no?, Halloween versus Día de Todos los Santos. Una semana de reivindicaciones de nuestras tradiciones frente a las anglosajonas, eso es lo que estamos viviendo estos días en las redes sociales. Y yo me pregunto, ¿es que no se puede convivir con las dos?. Es verdad que cuando éramos pequeños no existían estas tradiciones, pero, personalmente para mí, era uno de los días más tristes del año, ¿qué tiene de interesante para un niño el acudir a un cementerio y poner flores en una tumba de la que quizás no sabe ni quién es su inquilino?. Los que tenemos niños llevamos un mes con proyectos sobre Halloween, los niños no paran de hablar de qué se van a disfrazar, y cuántos caramelos van a recoger. TRUCO O TRATO. Llevan ensayando días, y no quiero romper ese encanto. Por eso, por un día, sacamos nuestras telarañas y candelabros viejos y nos adentramos en el oscuro y tenebroso mundo de brujas, espíritus, calabazas y demás.....
Esta tarta, cuando salió del horno, era la más fea de las aberraciones que nos podamos imaginar. Pero pasando por un poco de chapa y pintura quedó aceptable para representar su papel. Si queréis ver la versión perfecta de esta tarta os redirecciono a la que hizo Begoña el año pasado en este día. El problema es que yo usé un molde más pequeño que el de Begoña, y y lo llené hasta arriba. La segunda parte de la receta de ella, es decir, la cobertura que le pone Begoña que es una mezcla de nata, esencia de vainilla y azúcar no se la pude echar, puesto que mi tarta había subido más de la cuenta y la cobertura no se iba a mantener encima. Por lo que decidí cambiársela por chocolate blanco, para luego hacerle el efecto de la telañara con chocolate negro. El chocolate blanco endureció más de la cuenta y al cortar la tarta ésta se desquebrajó, por lo que el corte me ha quedado bastante feillo. Pero para nada afecta a su sabor, por supuesto, eso es indiscutible. De nuevo sigo con mis recetas con calabaza (y no va a ser la última de este mes). Mi consejo es que uséis el molde más grande (yo quería presentaros la tarta en este stand que es más pequeño y no podía hacer la tarta tan grande, con lo que mi resultado no fue el esperado estéticamente hablando) y que pongáis la cobertura que le puso Begoña, aunque la de chocolate blanco no le va nada mal.
INGREDIENTES:
- Para la base de la tarta:
- Medio paquete de galletas tipo Digestive
- 50 gr. de mantequilla derretida
- Para la tarta:
- 700 gr. de calabaza (pelada y despepitada)
- 500 gr. de queso crema, tipo philadelphia
- 250 gr. de azúcar
- 150 ml. de nata
- 2 cucharadas de Ron
- 2 cucharaditas de extracto de vainilla
- 1 cucharadita de "Quatre épices Bovida" (se trata de una mezcla de canela, cilantro, comino, clavo, nuez moscada y pimienta de Jamáica que me trajo una amiga de Francia). Begoña le puso un poco de canela y otro poco de pimienta de Jamáica.
- Una pizca de sal
- 4 huevos
- Para la cobertura:
- 150 gr. de chocolate blanco
- 50 gr. de chocolate de cobertura
PREPARACIÓN:
Pelamos y cortamos la calabaza en trozos medianos, ponemos sobre una bandeja con papel de hornear y horneamos en el horno precalentado previamente a 180º durante una media hora, hasta que veamos que está asada y blanda. Trituramos hasta conseguir un puré y reservamos hasta que se nos enfríe. Mientras prepararemos la base de galletas, para ello derretiremos la mantequilla y mezclamos con las galletas que habremos pulverizado con una picadora o en una bolsa, pasándole el rodillo. Con esa pasta haremos la base de nuestra tarta. Engrasamos un molde (de 22 o 24 cm. de diámetro), cubrimos la base con papel de hornear y extendemos la masa de galletas por toda la base, dejándola lisa y de igual grosor por todos los lados. Metemos en el horno, a 180º, durante unos 10 minutos. Sacamos y dejamos templar.
Ahora vamos a ir preparando el relleno de la tarta. Ponemos a batir con unas varillas el queso hasta que esté cremoso, después le iremos añadiendo poco a poco el azúcar hasta integrarlo. Le añadimos el puré de calabaza, la nata, el ron, las especias y la pizca de sal y seguimos batiendo a baja velocidad. Vamos incorporando los huevos de uno en uno, y no incorporaremos el siguiente sin que antes esté integrado el anterior. Vertemos la mezcla sobre la base de galletas y metemos en el horno al baño maría. Habremos metido antes una fuente con agua, y después cubrimos la base del molde con papel de aluminio para que no le entre agua dentro, el molde lo meteremos dentro de la fuente con agua y así haremos el baño maría. Begoña tuvo la tarta en el horno una hora y diez minutos, aunque yo necesité más tiempo, ya que la mía era más alta, al ser el molde más pequeño, y necesitó más tiempo para cuajar. Sacamos y dejamos enfriar sobre una rejilla. Después meteremos en el frigorífico unas horas o hasta el día siguiente.
Después derretimos el chocolate blanco al baño maría o en el microondas y vertemos sobre la superficie de la tarta. Volvemos a meter en el frigo durante unas horas y después sacamos y decoramos con el chocolate de cobertura que habremos derretido también y metido en una manga pastelera con una boquilla lisa. La decoración la haremos imitando la tela de una araña.
Y bueno, estas galletas han ido a parar a los compañeros de cole de Laura y Hugo, espero que les gusten y que comiencen con buen pie el día de Halloween. Y a vosotros os pongo mientras en una disyuntiva: ¿TRUCO O TRATO?.
Feliz día de Halloween.
Lidia.