Un plato que no podía faltar en mi recetario particular. La sopa o sopas de ajo son a España lo que la sopa de cebolla es a Francia, aunque esta última ha traspasado fronteras. Las dos son de origen humilde, y quizás por eso son de uso tan extendido. Es una sopa de origen castellano que se prepara en toda España, con algunas variantes. Estas sopas durante mucho años fueron el desayuno de aquellos trabajadores que tomaban un café al levantarse y un par de horas después se tomaban unas sopas de ajo para sustentar su cuerpo para una dura jornada de trabajo. En muchos lugares de España también se trata de un plato típico de Cuaresma, por no llevar carne (aunque esta versión que hoy os traigo si que lleva un poco de jamón). De hecho en Zamora suele tomarse como desayuno tras las procesiones nocturnas. Y no es para menos, este plato es de esos que reviven a un muerto y son ideales para los días de frío, aunque se de mucha gente que la toma durante todo el año. Para mi, durante muchos años, este plato fue de aquellos olvidados que no entraban en mis planes ni en mis menús habituales, cuando mi madre hablaba de "sopas de ajo" para mi era un clara reminiscencia al pasado que no iba para nada conmigo. ¡Qué equivocada estaba!, se trata de un plato que siempre ha estado de moda, y siempre será imprescindible en nuestra gastronomía. He preparado la receta de mi madre, aunque mirando por la red es la receta básica de las sopas de ajo, casi todas llevan lo mismo. Yo sólo le he añadido unas almendras fritas, con respecto a la receta de mi madre.
INGREDIENTES (Para dos personas):- Unas rebanadas de pan del día anterior (mejor si es una hogaza casera, como la mía)
- 2 huevos
- Unos taquitos de jamón
- 4 o 5 dientes de ajo
- Un puñado de almendras (las mías sin piel)
- Media cucharadita de pimentón
- Una pastilla de caldo de pollo (si tenéis caldo de pollo casero mejor)
- Aceite de oliva
- Un litro de agua
Lo primero que haremos es poner el agua al fuego con la pastilla de caldo de pollo, en caso de que tengamos caldo de pollo guardado de otro día, este paso nos lo saltaríamos.
Ponemos unas cucharadas
de aceite de oliva en una sartén y tostamos un poco en ese aceite los
dientes de ajo troceados. Reservamos éstos y añadimos a ese mismo aceite
las rebanadas de pan, las dejamos hasta que se tuesten por ambos lados.
Sacamos y en ese mismo aceite añadiremos las almendras, que también
tostaremos un poco, antes de sacar las almendras añadimos los tacos de
jamón salteamos un poco. Echamos los ajos y el pan reservados de nuevo a
la sartén y añadimos el pimentón, removemos todo bien hasta que se
integre el pimentón en todos los ingredientes.
Añadimos todo , incluido el aceite a la cacerola donde tenemos el caldo de pollo, y dejamos a fuego medio durante una media hora. Dicen que el secreto de esta sopa es que nunca llegue a hervir. Probamos de sal, y rectificamos, en su caso. Y es la hora de añadir los huevos. Cascamos los huevos y dejamos en el fuego hasta que cuajen, a mi personalmente me gustan cuajados, aunque lo más típico es romper la yema y remover bien con el resto de la sopa, y que la clara se deshaga en forma de hilos dentro de la sopa. Pero eso irá al gusto de cada uno.
Tradicionalmente se sirve en un cuenco de barro, aunque yo he querido darle un aspecto más actual, evitando recordar mi antigua animadversión a este plato que consideraba ancestral. ¿Os apetece un platito para hoy?.
Lidia.