Después de unos meses sin poder participar en el reto de Carmen, de las Tía Alia, recetas, hoy vuelvo a retomarlo, aunque hasta el último día no sabía si iba a participar o no, como siempre lo preparo todo in extremis. Tenía claro que iba a optar por la receta dulce, ya que me parecieron unas pastas muy sencillas de hacer, aunque, como le comentaba a Carmen, nunca estoy segura de saber si el resultado es el correcto o no, ya que no existen fotos de la receta, y con cantidades imprecisas, términos casi decimonónicos en las recetas y demás, je,je...., el resultado es un poco aventurero.
Aunque su nombre sea el de pastas no tiene nada que ver con las pastas de té tradicionales, de hecho, como veis, ni lleva huevo ni mantequilla. Recuerda más su textura a la algunos dulces navideños. A mi, sinceramente, ni fu ni fa, pero, en cambio, a Laura le han encantado, dicen que son las mejores pastas que he hecho nunca, y eso que le he dicho que son de vino. A mi marido también le han gustado, pero como os digo a mi no me han entusiasmado, me quedo sin duda con las pastas de té que publiqué hace unas semanas.
INGREDIENTES:
- 1 vaso de aceite de oliva suave
- 2 vasos de vino dulce (Yo Montilla-Moriles)
- Medio vaso de azúcar (no viene nada en la receta original, aunque para mi lo necesita, incluso algo más)
- Harina, la que admita (yo puse más o menos un kilo)
- Azúcar glass para rebozar
PREPARACIÓN:
Se me ocurre, a posteriori, que podríamos añadirle ralladura de naranja a estas pastas para así conseguir un sabor pronunciado a ella, aunque yo no le puse, me regí por la receta original sólo apartándome de ella con respecto al azúcar.
Mezclamos en un bol todos los ingredientes, salvo la harina, que iremos añadiendo poco a poco y removiendo con la ayuda de un tenedor. Una vez que notemos que ya no se puede remover con el tenedor, sacaremos y amasaremos a mano, añadiendo harina hasta que veamos que se puede manejar bien y se despega de las manos. Hacemos una bola con ella y envolvemos en papel film, introducimos en el frigorífico durante una hora más o menos (en la receta nada se dice de este paso tampoco, pero por experiencia se que este tipo de masas se trabajan mejor con el reposo, y, en este caso, en frío).
Después sacamos y ponemos la masa entre dos papeles de hornear, estiramos con el rodillo, intentando que queden finas, ya que después encogen y engordan, una vez cortadas. Después de estirar cortaremos con la ayuda de un cortapastas. Ponemos sobre una bandeja de hornear, sobre papel vegetal y horneamos en el horno precalentado a 190º durante unos 25 minutos. Sacamos y dejamos enfriar sobre una rejilla. Cuando estén frías rebozamos en azúcar glass.
Son una muy buena opción si queremos prescindir de mantequilla y de huevos, bien sea por tema de calorías o de alergias. Quizás yo me equivoqué con el vino, creo que un Moscatel le hubiese aportado un sabor más delicado, aunque a la vista está que así, tal cual, han gustado mucho en casa. Espero que a vosotros también os gusten.
Lidia.